Aunque tuve un ataque de pánico al leer algunas de las predicciones climáticas que aparecen en este libro, lo recomiendo mucho. Pocos libros me han hecho cuestionar muchos dogmas, como el crecimiento económico y el PIB, como menos es más. Siempre con datos fuertes y con justicia social internacional en el centro de sus argumentos, Jason Hickel describe cómo se creó el capitalismo, o mejor dicho, cómo se le impuso a la gente, echándola de sus tierras y de los bienes comunes que habían gestionado bien durante siglos (el movimiento de cercamiento). También deja muy claro que el capitalismo no puede resolver la catástrofe climática ya que, mientras persigamos un crecimiento económico ilimitado en todos los sectores de la economía, nuestras sociedades se hundirán, aunque intentemos utilizar fuentes de energía más limpias. Hickel apoya una política económica de decrecimiento, es decir, el crecimiento de los sectores vitales donde se necesitan, sobre todo en los países pobres (transporte público, hospitales, tecnología más ecológica), mientras se reducen los sectores económicos que son no vitales y dañinos, especialmente en el Norte Global, países que han utilizado más recursos de los que les corresponden (como los vehículos privados, el turismo, el transporte aéreo). Algunas de las soluciones que propone para mitigar la catástrofe climática mundial son sencillas, baratas y elegantes, como la eliminación de la obsolescencia preprogramada, el desperdicio de alimentos y la implantación de un salario mínimo mundial.